EL QUE ES BUEN GALLO, DONDE QUIERA CANTA

"EL QUE ES BUEN GALLO, DONDE QUIERA CANTA"
Bienvenidos a mi blog... La verdad no sé de que hablaré, que escribiré o que pondré. 
Lo único que sé, es que a veces NO tengo nada que decir. Eso sí, quiero que todos se sientan BIEN, jajajaja.
Se han de preguntar, ¿qué onda con su título?, pues bien. 
Desde que recuerdo, mejor dicho, desde que me salí de mi casa, osea en el 2001 para estudiar en Saltillo; bueno, estudiar lo que se llama estudiar, pues no. 
En fin... Una muy buena amiga, me dijo eso, y la verdad desde entonces la he tomado como mi frase favorita.
Así que a disfrutar de este espacio, y a DISFRUTAR LA VIDA.
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DIOS NOS GUARDE.

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La Iglesia Santiago Apostol, ubicada en el centro de Monclova.

martes, 1 de junio de 2010

CERO VIOLENCIA

VIDA INJUSTA

Por: D. ZAMORA

Con pantalón de mezquilla, botas cafés y blusa blanca, tomé mi mochila, que contenía un paraguas, impermeable y encendedor; y me salí de mi casa alrededor de las 16:00 horas para tomar el trolebús, transporte que me llevaría por el Eje Central de la Ciudad de México hasta el Palacio de Bellas Artes. Ahí esperé el primer contingente que salió del Ángel de la Independencia rumbo al Zócalo, y ahí mismo me uní a la cuarta marcha por la paz y contra la violencia que se ha realizado en el país, ahora denominada “Iluminemos México”.

Sin embargo, quiero que sepan que no pensaba acudir al evento, puesto que no veía el caso de hacerlo. ¿Por qué? Bueno, simplemente porque aun después de las marchas anteriores no ha pasado nada, la violencia se ha incrementado paulatinamente, sin que las autoridades se comprometan y realicen acciones contundentes para aminorarla.

Fue una amiga la que me invitó en un par de ocasiones hasta que accedí. No voy a negar que al llegar al Centro Histórico sentí una emoción muy “padre”, ya que esta fue mi primera marcha en la Ciudad de México.

En ese momento no sabía si esta manifestación tendría algún resultado, lo que sabía y sentía era que todos los ciudadanos habíamos salido de nuestros hogares con la ilusión y la esperanza de que las cosas cambien, que mejoren por el bien de todos. Por primera vez en mucho tiempo salimos sin miedo, fuimos libres durante varias horas, sin preocuparnos de la gente que se encontraba adelante, atrás o a lado de cada uno de nosotros.

Sé que al principio me negaba a asistir pero, saben, me di cuenta de que al igual que todos yo también quiero más seguridad para mí, mi familia y seres queridos.

A las 18:10 horas me uní al primer contingente que lideraba la marcha. Con cámara en mano caminé junto a un grupo de niños, jóvenes, adultos y ancianos, quienes sacrificaron un día de paseo o descanso para levantar la voz contra el gobierno que hasta ahora no ha hecho su trabajo como debería.

En silencio caminamos por la calle de Madero, todos en orden, pero de pronto se aplaudía en vez de gritar. El eco hacía que se escuchara aún más fuerte, y la gente que se encontraba en las banquetas observándonos, algunos como bichos raros, se quedaban impactados al ver a tantos ciudadanos en protesta, vestidos de blanco y con una tranquilidad que es difícil ver en esta gran urbe.

La marcha se convirtió en algo indescriptible. No todos iban de blanco, sin embargo lo que realmente importaba era estar ahí, apoyándonos unos a otros, estar hombro a hombro con otro ser humano que no conocías, pero que bien pudo ser víctima de la inseguridad que vive el país.

Delante de mí, una familia de aproximadamente cinco miembros traían en su espalda unas hojas blancas con letras negras que decían: “Justicia, Karina Reyes Luna. 15 de Junio 2008. Orizaba, Veracruz”.

Y así como ellos, muchos otros portaban pancartas con fotografías o leyendas de familiares o amigos asesinados, secuestrados o desaparecidos.

Al llegar a la explanada del Zócalo comenzamos a gritar: “¡Si no pueden que renuncien!”, “¡México quiere paz!”, y mientras nosotros coreábamos estas frases algunos policías ahí presentes se reían de la gente.

Esperamos un largo rato para entonar el Himno Nacional y prender las veladoras en memoria de las víctimas, las cuales también significaban una luz de esperanza. Fue entonces que comencé a observar detenidamente los rostros de algunas personas con caras tristes, llenas de rabia e impotencia por no poder hacer nada contra la violencia y lo que ésta nos ha quitado a todos.

Madres de familia que han perdido hijos y esposos no pudieron contener sus lágrimas. El corazón en ese momento se me sensibilizó y dí una y mil veces gracias a Dios por estar bien, por no ser una estadística más de la inseguridad. Ese día no lo olvidaré jamás, porque me sentí orgullosa de haber salido a la calle a marchar por la seguridad de nuestro México querido.

En punto de las 20:30 horas comenzaron a repicar las campanas de la Catedral Metropolitana y, posteriormente, los miles de mexicanos reunidos en la explanada del Zócalo comenzamos a cantar el Himno Nacional, y a elevar nuestras veladoras y lámparas para iluminar esa noche obscura.

Cuando finalizamos de entonar el Himno gritamos: “¡Viva México!”, para luego dar paso a los aplausos y una vez más al: “¡Si no pueden que renuncien!”

La lluvia comenzó y los miles de ciudadanos comenzamos el retorno a nuestros hogares. El día fue largo, pero sin duda alguna fue lo mejor que sucedió el pasado fin de semana.

No debemos cansarnos de exigir a las autoridades que hagan su trabajo como se debe:

·        Basta de INSEGURIDAD

·        Basta de IMPUNIDAD

·        Basta de VIOLENCIA

·        Basta de CORRUPCIÓN

·        Basta de APATÍA

Como mexicanos debemos luchar por recobrar nuestra libertad y seguridad, por eso los exhorto a denunciar a los agresores, servidores públicos y gobernantes.

México es nuestro, rescatémoslo de las garras de la INSEGURIDAD y la VIOLENCIA.

Texto publicado en el Periódico La Voz de Monclova

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