UNA TARDE NUBLADA Y LLUVIOSA
Por: D. ZAMORA
No se qué escribir. En mi mente pasan miles de palabras y pensamientos de manera rapidísima. Estoy en mi casa, sola, escuchando música, y para acabarla música regional mexicana, mariachi, norteña, banda.
Vaya que no todas las canciones tienen buena letra, sin embargo, hay algunas que me llegan, sí, me llegan directo al corazón.
Ha pasado ya, una semana de que regresé de mi bella Monclovita; una semana que se me ha hecho una eternidad, una semana que me ha acostado acoplarme de nueva cuenta en está gran urbe.
Tal vez sea porque allá, a mil kilómetros de distancia tenía una ilusión, un amor que se pudo o no concretar, pero que estaba ahí, tangible, presente. Y acá, acá no tengo nada, nada que me motive a ser la persona sensible, cariñosa, tierna que dicen que soy.
ZAZ... para acabarla ha comenzado a llover, vaya, que forma de terminar un día agitado, lleno de altas y bajas. Por qué las relaciones amorosas son tan complicadas, porque no hacerlas más sencillas, tanto para uno como para el otro.
Desde que tengo memoria ninguna de las relaciones que he tenido ha sido tranquila, todas tienen unas emociones tan fuertes que en ocasiones me dan hasta miedo. Pero eso sí, no me puedo quejar, han sido maravillosas, de cada una de ellas he aprendido cosas nuevas, me han hecho madurar, me han dejado roto el corazón pero esté ha vuelto a resurgir de la pedazería.
Y pese a eso no tengo miedo de volver a enamorarme, al contrario, sigo ahí, al pie del cañón para ver que es lo que sigue con mi vida sentimental, amorosa.
Lo único que sé y tengo claro, es que quiero volver a sentir esa chispa del amor.